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Empieza la época de piscinas. El calor y los planes con nuestros seres queridos hacen que, la piscina, sea un lugar muy socorrido para pasar las tardes e incluso el día entero. Sin embargo, existe una sustancia (aunque cada vez menos frecuente por el auge de las piscinas de agua salada) que está presente en muchas piscinas de nuestro país. Esta sustancia es el cloro. Nos hemos acostumbrado a que, en el verano, los ojos se nos enrojezcan debido al tiempo que pasamos sumergidos en agua clorada pero, este hábito, podría tener consecuencias nefastas para nuestra salud ocular; tal y como mencionan diversos oftalmólogos.
¿Qué dicen los expertos?
El agua clorada es común en muchas piscinas, sin embargo, somos ajenos a los daños que puede causar en nuestros ojos en un medio o largo plazo.
Desde el Instituto Catalán de Retina (ICR) destacan que se puede sufrir de ojo seco. Esto sucede cuando la película lagrimal dañada reduce la producción de lágrimas o estas no son de una calidad óptima; y este es uno de los daños más comunes que podemos sufrir como consecuencia del o de cloro con nuestro globo ocular.
La conjuntivitis es otro de los problemas que podemos enfrentar como consecuencia de pasar mucho tiempo en la piscina, según indica la Clínica Pasteur. Esta es una irritación que puede inflamar la conjuntiva y que suele causar síntomas como enrojecimiento, picor o lagrimeo.
Además, existen gérmenes en el agua que pueden sobrevivir al cloro, lo que puede llegar a causar infecciones, tal y como indican los expertos de la American Academy of Ophtalmology. Otra de las afecciones que se pueden sufrir debido a las bacterias del agua previamente mencionadas, aunque mucho menos común, es la queratitis. Según indican en el blog de Quirón Salud, esta patología es una inflamación de la córnea.
Uno de los problemas crónicos que podemos sufrir es la visión borrosa. Esta se da en algunos casos poco comunes pero es interesante tener presente que también se puede dar si no tenemos cuidado con nuestros ojos.
Las recomendaciones de los oftalmólogos
Nunca viene mal recordar que, las acciones más simples y sencillas, pueden ser las que nos eviten padecer dolencias graves en el medio y largo plazo. Es lo que sucede, por ejemplo, cuando queremos evitar dañar nuestros ojos.
Lo principal es que, siempre que vayamos a meternos en la piscina, usemos gafas de natación. Estas son ideales, pues crean una barrera que protege de forma muy efectiva el ojo de los productos químicos y bacterias presentes en el agua. Una vez salgas de la piscina, debes lavarte los ojos con agua sin químicos, para que se elimine cualquier resto de agua clorada que quede alrededor de los ojos.
Uno de los errores que muchas personas cometen es nadar con lentillas. Deben quitarse siempre que vayamos a meternos en la piscina, ya que pueden quedar atrapadas entre la córnea y el lente; lo que podría aumentar el riesgo de infección y dolor. Si, en algún momento, sufres algún síntoma como irritación o infección, debes consultar con un especialista lo antes posible.
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