El Atlético de Madrid vuelve a las andadas. No ha firmado a nadie. Ni un fichaje. Ni un euro gastado. Y mientras los rivales ajustan piezas, invierten millones y afilan dientes para competir por un título serio, el equipo del Cholo Simeone parece mirar hacia otro lado. Como si no fuera con ellos. Como si jugar el torneo fuese un trámite y no una oportunidad. El City se ha gastado entre enero y junio de 2025 o el City ha invertido entre 288–293 millones en fichajes, el Real Madrid 60 millones.
Yo he sido crítico con Simeone. Mucho. Pero esto va más allá de su figura. Si el club no le da herramientas, si no refuerzan un bloque que ya mostró síntomas de fatiga el curso pasado, ¿qué se puede esperar? ¿Que compitan con lo justo mientras los otros llegan con músculo, rotación y hambre? La fe tiene un límite. Y el milagro permanente no es una estrategia, es una ilusión.
Entiendo que los esfuerzos se reservan para momentos importantes. Pero este lo es. El escaparate, la repercusión, el impulso moral. Y el Atlético, que hace unas semanas era favorito, hoy apenas es candidato. Porque mientras otros fichan, el Atleti cruza los dedos.
Y ya hemos alcanzado la siguiente estación: cuidado con Botafogo. Así es el Atlético: capaz de plantarse con lo puesto, de morir en la orilla o de dar un golpe inesperado. Pero el plan, de momento, vuelve a ser el mismo: ninguno.
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