Magnus Carlsen, el indiscutible rey del ajedrez de la última década, ha vivido un año convulso y lleno de titulares que poco tienen que ver con su precisión milimétrica sobre el tablero. El noruego ha mantenido su protagonismo habitual en el circuito, pero no siempre por las razones que hubieran preferido sus seguidores. En los últimos meses, el ajedrez ha visto una cara diferente del genio escandinavo: más emocional, más impulsiva y, para algunos, más polémica.
Su último episodio, ocurrido hace apenas unos días tras caer derrotado frente al joven prodigio indio Dommaraju Gukesh, actual campeón mundial con tan solo 19 años, ha sido la gota que ha reactivado el debate sobre el papel de Carlsen en esta nueva era del ajedrez. El noruego, tras caer derrotado, dio un golpe seco sobre la mesa que hizo volar varias piezas del tablero, en una reacción poco habitual en su carrera.
El golpe que sacudió algo más que piezas
La escena fue captada por las cámaras de transmisión en directo. Carlsen, visiblemente frustrado por la derrota, se levantó del tablero, soltó un manotazo contra la mesa y provocó que las piezas cayeran. No hubo quejas formales ni protestas, pero la reacción del cinco veces campeón mundial no pasó desapercibida.
Las redes sociales ardieron. Para unos, fue una muestra de la presión interna que vive Carlsen al ver cómo una nueva generación, liderada por Gukesh, Praggnanandhaa o Firouzja, comienza a tomar posiciones. Para otros, un gesto antideportivo que empaña la figura de quien, para muchos, es el mejor ajedrecista de todos los tiempos.
El episodio de los vaqueros: rebeldía o desdén
Este estallido emocional llega después de otro episodio polémico vivido por Carlsen a finales del año pasado. Durante el Campeonato del Mundo de partidas rápidas, el noruego se saltó el protocolo al acudir a una ronda vistiendo vaqueros, en clara contravención del código de vestimenta exigido por la organización. Según las reglas de la FIDE, los jugadores deben presentarse con ropa formal o de etiqueta deportiva, excluyendo explícitamente los jeans.
El noruego fue descalificado del torneo. Dicho gesto fue interpretado por muchos como una muestra de desdén hacia la autoridad de la FIDE, con la que Carlsen mantiene una relación tirante desde hace años. Él mismo se ha mostrado crítico con el formato del Campeonato Mundial y con ciertas decisiones organizativas del organismo rector del ajedrez internacional.
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